Raíces de sabor: la fascinante historia del tequila

Conoce la maravillosa historia del tequila y descubre porque se ha consagrado como la bebida insignia de México. 

El tequila es mucho más que un símbolo de fuerza, valentía y nobleza. Mucho más que la bebida inmutable de las fiestas y el folclor mexicano. Más que una forma de beberse a México a través de un trago. Desde tiempos inmemoriales, el tequila se ha consagrado como el elemento por excelencia cuando queremos descubrir la esencia y legado de nuestro país. Pero, ¿por qué el tequila ha logrado este estatus o alcance por sobre muchas otras bebidas, elementos o símbolos nacionales? La respuesta viene de su mismo pasado: la historia del tequila.

La leyenda del tequila 

La palabra tequila tiene su origen en los vocablos de lengua náhuatl, “tequitl”, que significa trabajo u oficio, y “tlan” que se traduce como lugar, por lo que su significado ha sido considerado como lugar de trabajo. También se ha mencionado que la palabra tequila tendría su origen en las piedras de obsidiana que se solían usar en la región de Tequila, Jalisco, llamadas “tecatlis”. 

Como todo elemento extraído de la cosmovisión del México antiguo, la historia del tequila nace desde su misma leyenda, lo que refleja el ángulo místico y mágico de esta bebida. 

Entre la variedad de historias o mitos, la más mencionada o arraigada al mundo del tequila menciona que siglos atrás, un rayo impactó en una planta de agave haciéndola arder. El calor resultante del impacto ocasionó que la planta fermentara y dura como resultado un líquido que resultó agradable para los pobladores. 

Parte de este nuevo brebaje fue reservado durante varios días, algo que brindó nuevos sabores, aromas y esencias a la bebida, la cual, al ser bebida, ocasionó en las personas un efecto en su ánimo y conducta. Luego de este “descubrimiento”, los antiguos pobladores relacionaron esta mágica bebida con un regalo de los dioses, especialmente de la Mayahuel o diosa del agave, quien, a través de sus 400 senos, da de beber a sus 400 conejos, los cuales representan el actuar del ser humano al beber tequila: alegre, melancólico, hablador, cantarín, desinhibido, entre otros.  

Sobre esta deidad, se dice que vivía encerrada con una mágica planta que daría alegría a los humanos. Ante esto, Quetzalcoatl, enviado por los dioses, liberó a Mayahuel y ambos escaparon, ocasionando que los hermanos de esta la persiguieran. Para poder escapar, los dos dioses se convirtieron en la planta que Mayahuel cargaba, sin embargo, solo ella fue cruelmente masacrada por sus propios hermanos. Luego de esto, Quetzalcoatl volvió a su forma original, recogió los pedazos y los plantó para regarlos con sus propias lágrimas, dando origen a el sagrado maguey o agave. 

La historia del tequila

Los primeros registros históricos respecto al origen del tequila se remontan a la época prehispánica, periodo en el que diversos pueblos mesoamericanos producían una bebida fermentada conocida como el actual pulque. De igual manera, existen diversos registros y hallazgos que certifican que un gran número de poblaciones en el norte y occidente de México, preparaban una bebida, a base una planta conocida como Sotol, por medio de diversos procesos de fermentación. 

Fue hasta la época de la colonización, que los procesos de destilación sufrieron grandes avances gracias a la introducción de técnicas provenientes de Asia así como la implementación de nuevas formas de alejamiento con ayuda de alambiques de cobre. Esto, de manera histórica y cultural, fue considerado como un producto nacido del “choque” de dos culturas. 

Lo anterior permitió a los primeros productores crear licores con mayor “fuerza”, los cuales fueron llamados “Vino Mezcal de Tequila” o “Mezcal Tequila” y se fabricaban en los alrededores del pequeño poblado de Tequila, en la antigua región de la nueva Galicia, hoy Jalisco, en el occidente de México. Cabe mencionar que durante esta época, este tipo de bebidas provenían de diversos tipos de agave, los cuales ocasionaron que la calidad del producto fuera de baja calidad. 

Fue hasta inicios del siglo XIX, gracias al trabajo del botánico alemán Franz Weber, que el tequila inició su auténtica historia debido a la clasificación que hizo el científico europeo de la planta Agave Tequilana Weber: el agave origen del tequila. 

La Denominación de Origen: otro paso en la constitución del tequila 

A pesar de la implementación y perfeccionamiento en la producción del tequila, así como la clasificación del Agave Tequilana Weber, la industria tequilera seguía sufriendo la desvirtualización del mercado debido a la producción clandestina de un gran número de bebidas. 

Aunado a lo anterior, el periodo revolucionario ocasionó que el tequila fuera adoptado o vinculado con el actuar de los héroes revolucionarios, por lo que se le consideró un símbolo de orgullo nacional. La época de la prohibición en Estados Unidos se convirtió en otro gran aliciente para la industria debido a que el tequila comenzó a popularizarse entre la población norteamericana ante la ausencia de otras bebidas. 

Sin embargo, fue hasta el año de 1943, que la industria del tequila gestionó el primer gran pilar de la industria con el fin de proteger su nombre y obtener la exclusividad para su uso: la Denominación de Origen (DOT). En 1959, y luego de que México se suscribiera al “Arreglo de Lisboa”, respecto a la protección de las Denominaciones de Origen, nació la Cámara Nacional de la Industria Tequilera (CNIT), el máximo órgano rector de la industria. 

Finalmente, y debido a que diversos países comenzaron a fabricar licores bajo el nombre de “Tequila” durante la década de los años sesenta, la Secretaría de Industria y Comercio emitió la Declaración General de Protección de la Denominación de Origen del Tequila en 1974. 

Hoy en día, y con decenas de años a cuestas, la historia del tequila se ha convertido en el punto de partida para que esta bebida se considere actualmente como elemento insignia de la cosmovisión mexicana que grita a los cuatro vientos su amor por este país.